Living in an american College- La noticia que nunca se publicó

Los días en Middlebury pasan veloces, cada vez más fríos y con más caras familiares. El trabajo desborda a todos los estudiantes, quienes no dan a basto entre los idiomas, el equipo de fútbol y las fiestas salvajes que se pegan los fines de semana. Ese ha sido un poco mi día a día de las últimas semanas. Siempre con algo en mente que escribir pero con poco tiempo para ello. Hoy no podía aguantar más toda esta información que me rebosa los sesos, así que ahí va. Y a partir de ahora, espero, de manera diaria.

Aquí hay un pequeño periódico editado por los estudiantes que se llama «The Middlebury Campus». Se edita cada semana, es bastante leído y lo puedes encontrar en los comedores, en la biblioteca…. en todas partes. Mi condición de periodista me obligaba a apuntarme al famoso Middlebury Campus (del que han salido hasta Premios Pulitzer! Oh may god!) y a derrochar plumilla en inglés.

Me he apuntado a la sección de arte y ciencia, porque es la que más me gusta y porque guardo buen recuerdo de mi experiencia como periodista cultural en el Diario de Pontevedra. Lo que pasa es que aquí las cosas son un poquito diferentes, más que nada porque escribir un artículo en un periódico es una de las cosas más difíciles con la que te puedes topar. Ponte a hacer literatura en otro idioma, ya verás como te atascas.

Al caso: esta semana me había tocado cubrir la exposición de unos alumnos de escultura. Era una movida hiper-abstracta de las ralladas mentales de los estudiantes plasmadas en lienzos en 3D. Me constó bastante no solo entender de qué narices iba la cosa, sino además encontrar a uno de los estudiantes y hablar con él a las 7 y media de la mañana (no tenía otro rato libre, y la historia ya iba con un día de retraso). También contacté con el profesor que había organizado la exposición. Me pasé por el sitio, hice fotos (todo esto como a las 15,00 de la tarde, la historia tenia que mandarla en una hora) y volví rauda a casa a escribir el artículo. Estaba sudando, sin ducharme, con un sueño terrible porque había dormido cuatro horas, comido en cinco minutos y no había hecho mis deberes para el día siguiente.

Mientras tanto recibía mensajes bomba de la jefa de sección, recordándome lo tarde que era y que le tenía que mandar el artículo tal y como estuviera lo antes posible. Al final lo entregué como unas dos horas más tarde de lo que debería haberlo hecho, pero ahí estaba.

Ya le había dicho a todo el mundo que tenían que leer el periódico el jueves porque iba a salir mi artículo. Estaba emocionadísima. Pero, como me suele estar pasando las últimas semanas, la mala suerte llama a la puerta, y te cae un jarro de agua fría encima. Hace diez minutos recibí un correo de la jefa de sección diciéndome que lo sentía mucho, pero que mi historia no va a salir en la edición de mañana porque mi artículo era demasiado largo. Y anda que no me costó hacerlo largo, joder. Si hubiera sido por mí hubiera enviado dos párrafos y tirando.

De esto saco tres conclusiones: la primera (y más importante) es que en periodismo de nada sirve la calidad si no llega a tiempo. Así que la próxima vez nada de currarse un super artículo, basta con enviarlo con tiempo. La segunda es que no puedo dejar para última hora las historias para el periódico. Escribir lleva mucho tiempo (y más en inglés), así que cuanto antes me ponga con ello mejor. Y la tercera es que no puedo dejar de dormir ni de hacer cosas por dedicar el tiempo a una actividad extra como es escribir en el periódico del Campus. Este diario y yo no hemos empezado con muy buen pie, aunque mi amor a la prensa lo perdona todo.

Ahora bien, esta semana tengo DOS historias para el diario. Más les vale ponerlas bien visibles, porque si no se me cae el alma a los pies joder (qué bien sienta blasfemar en la en la legua materna, nada de shit y esas mierdas). Con el cariño que le pongo yo a las cosas… en fin. Mañana será otro día.

Por cierto, este es el famoso artículo: Article johnsons exhibition

3 pensamientos en “Living in an american College- La noticia que nunca se publicó

  1. La honestidad intelectual es algo esencial en un periodista y en realidad en cualquier persona y me alegra que poseas esa virtud en tan alto grado. También creo que tus conclusiones son excelentes, creo que has sacado todo el partido posible del análisis de la situación. Sigue así y tu éxito es seguro.

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